jueves, 16 de enero de 2014

Relación Intensidad – Tiempo


A mayor duración del entreno, menor intensidad total. Parece obvio, pero ¿por qué? Porque si no, no podríamos aguantarlo. Este sería el factor limitante más fácilmente objetivable, pero hay más y, si cabe, más importantes.
Por ese motivo, y otros como la experiencia o el conocimiento de la metodología de trabajo, es raro que un deportista de élite de disciplinas de fondo cometa grandes errores en la elección de la intensidad del entreno, ya que, al realizar grandes volúmenes de entrenamiento, cualquier exceso en el mismo lo pagará de forma inmediata, a los pocos días o semanas.
Sin embargo, en deportistas aficionados, es un error que encontramos de forma mucho más habitual de lo que podría parecer, cuesta detectarlo por uno mismo.
Como quiera que en estos últimos el volumen total de trabajo es relativamente bajo, las consecuencias de entrenar a intensidades excesivas (entre ellas la descrita de no poder seguir el ritmo), van a tardar más en aparecer, y a veces se van a manifestar de una forma que no nos permite relacionarlo fácilmente con la causa original (p.ej. una rotura fibrilar o una contractura, dolores difusos articulares o no tan difusos, problemas de fatiga o de insomnio, o incluso manifestaciones más preocupantes como extrasístoles,  taquicardias o respuestas de tensión arterial inadecuadas).
Y ¿cuáles son eso motivos que no nos permiten entrenar más deprisa?